Pon tus hijos en mis manos.



Pon tus hijos en mis manos
“La vida de una madre es una aventura única. No pasa un día sin sorpresas. De una de esas ‘aventuras’ desearía hablarles ahora. Es una aventura que provocó un cambio en mi vida y en mi familia”. “Soy madre de cinco hijos, que ahora tienen 21, 20, 19, 15 y 9 años; y soy una madre muy feliz. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo –no muy lejano – en el que fui muy desgraciada. Me di cuenta de que no podía seguir ayudando a mis hijos en sus problemas. No nos entendíamos. Los hijos se apartaron de sus padres. La cosa llegó a tal punto, que la carga psíquica afectó a mi salud. Empecé a tener dolores de corazón y me pasaba las noches sin dormir. La atmósfera de nuestra casa era sumamente tensa”. “Entonces yo rezaba mucho. Una vez rogué al Señor: ‘Señor, sólo tú puedes ayudarme. Dime qué tengo que hacer’. Y recibí esta respuesta: Devuélveme tus hijos. Te los confié para que los acompañaras en su camino durante un tiempo; pero ahora vuelve a ponerlos en mis manos. ¿No crees que yo los puedo guiar mejor que tú?’. Y rebosante de dolor, y de alegría, así lo hice. Uno tras otro, devolví a Dios todos mis hijos, con sus debilidades y sus defectos, con su encanto y su amor, con sus esperanzas y sus sueños de futuro”. “¡Qué cambio se ha producido desde entonces! Ya no tengo miedo de lo que vaya a ser de mis hijos. Aunque sigan caminos que no entienda, hay algo de lo que estoy segura: están en manos de Dios. Todo saldrá bien”. “Otra cosa que ha cambiado es nuestra vida familiar. Padres e hijos hemos iniciado una nueva convivencia. Ahora nuestros hijos, que están estudiando, no se limitan a venir los fines de semana para que les lavemos la ropa; sino que además se alegran de estar con nosotros, de las conversaciones y las experiencias comunes. Para mí es como si el Señor me hubiera vuelto a dar estos hijos. ¡Gracias!”. Hasta aquí el testimonio de esa madre. No me queda sino decir a todos y a cada uno de los padres y de los educadores cristianos: “Tus hijos, los chavales y jóvenes a los que tratas de educar, están en manos de Dios, todo saldrá bien”. Señor, en este domingo grande de la Sagrada Familia, te pido por todos los padres y educadores: dales serenidad y confianza; dales humildad para saber amar sin apego desmesurado a sus hijos y educandos; dales la alegría de quien sirve sin esperar recompensa; que puedan hacer suyas las palabras de Juan Bautista: “Es preciso que Él crezca y que yo disminuya”. Que ellos, padres y educadores, sepan vivir, también, en la sencillez de saber disminuir y desaparecer.


Amén


Con mi afecto y bendición,

Juan José Omella Omella
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3 dieron su opinion:

adriselena dijo...

q palabras ..refrescan el alma..un saludo olidya

Liana dijo...

Que bonitas palabras!!!

Oly dijo...

Ohh si, muy lindas... y me cayeron del Cielo... asi que ...Todo saldra bien!!

saludos!

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